jueves, 24 de septiembre de 2009

Patogenicidad de los Microorganismos


Patógenos:
Un parásito es un organismo que vive sobre o en un segundo organismo denominado hospedador y que le causa daño. Dichos organismos dañinos se llaman patógenos. El resultado de la relación hospedador-parásito depende de la patogenicidad del parásito, esto es, de la capacidad del parásito para causar daño al hospedador y de la resistencia o susceptibilidad del hospedador al parásito.

La patogenicidad depende del patógeno individual. El termino virulencia es cuantitativo, se utiliza para señalar el grado de patogenicidad del parásito. Comúnmente se expresa como la dosis o el número de células que desencadenaran una respuesta patológica en un periodo determinado de tiempo. Sin embargo, ni la virulencia del parásito ni la resistencia del hospedador son factores constantes: cada uno varia bajo la influencia de factores externos o como consecuencia de la propia relación hospedador-parásito.

La patogenicidad se puede definir como la capacidad que tienen los microorganismos para penetrar en el huésped y producirle enfermedad. Un microorganismo patógeno puede serlo en mayor o menor grado, hablándose entonces de virulencia. Así pues, un microbio será muy virulento si su capacidad para producir enfermedad es muy alta.
La virulencia de un agente patógeno depende de:


  • Las propiedades inherentes al propio microorganismo.


  1. En algunos casos el microbio produce en el enfermo toxinas o sustancias venenosas para determinadas células del huésped. Esta toxina puede detectarse en la sangre del enfermo, hablándose entonces de toxemia.

  2. En otros casos, la enfermedad no se adquiere por toxinas sintetizadas por microbios en el organismo humano, sino por la ingestión de alimentos contaminados con toxinas.

  3. Otras veces no se producen toxinas, pero sí alteraciones fisiológicas y metabólicas variables según la enfermedad infecciosa, y que se manifiestan con unos síntomas determinados.

  4. La virulencia de algunos microorganismos se debe a determinadas enzimas que favorecen la capacidad de penetración. Así por ejemplo, la colagenasa destruye el colágeno de la piel, huesos, cartílagos o músculos. La lecitinasa provoca la lisis de los eritrocitos, y la coagulasa activa el proceso de coagulación de la sangre; todas estas acciones favorecen directa o indirectamente la expansión del agente patógeno en el huésped.


  • La respuesta inmunitaria de nuestro organismo.

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