jueves, 22 de octubre de 2009

Prevalencia, incidencia, morbilidad y mortalidad de las enfermedades transmitidas por alimentos


Tasas de mortalidad por sarampión y otras enfermedades infecciosas


El efecto de la malnutrición en infecciones se observa en las tasas de mortalidad por enfermedades comunes de la infancia como el sarampión. En muchos países pobres, existe esta enfermedad debido a que los niños pequeños que la desarrollan tienen un mal estado nutricional, resistencia disminuida y deficiente salud. Las diferencias en la gravedad clínica y las tasas de mortalidad por sarampión entre países desarrollados y en desarrollo se deben, no a diferencias en la virulencia del virus, sino a diferencias en el estado nutricional del huésped. Por ejemplo, durante una epidemia de sarampión en la República Unida de Tanzania que produjo considerable mortalidad en los niños de las familias más pobres, se observó que las muertes por la enfermedad eran extremadamente poco frecuentes en los niños de familias de ingresos moderados, como los empleados de hospitales. Además, el sarampión se relaciona con la carencia de vitamina A. Se ha demostrado que al suministrar vitamina A suplementaria a niños con sarampión, que tienen carencia de vitamina A, reduce en gran parte las tasas de casos fatales.



La inmunización contra el sarampión ha demostrado ser muy efectiva. En muchos países la incidencia de esta enfermedad se ha reducido significativamente.
Otras enfermedades infecciosas comunes como la tos ferina, la diarrea y las infecciones del tracto respiratorio superior, tienen además consecuencias mucho más serias en los niños malnutridos que en los que están bien nutridos. Las estadísticas de mortalidad de la mayoría de los países en desarrollo demuestran que tales enfermedades transmisibles son las principales causas de muerte. Se observó en varios países africanos al final de la hambruna del Sahel que muy pocos niños fallecían a causa del hambre o la malnutrición, pero que las muertes causadas por sarampión, infecciones respiratorias y otras enfermedades transmisibles eran superiores a los niveles pre-hambruna. Es claro que muchas, quizá la mayoría, de estas muertes se debieron a la desnutrición. Esto puede parecer intrascendente para un padre apesadumbrado, pero para el planificador de políticas y para el oficial de salud pública es importante saber hasta qué punto las tasas de morbilidad y mortalidad son debidas a, o se relacionan con la malnutrición.



Una investigación interamericana sobre mortalidad en la infancia demostró que de 35 000 muertes de niños menores de 5 años de edad en diez países, la malnutrición fue la causa subyacente o la causa asociada de la muerte en el 57 por ciento de los casos. La carencia nutricional era el problema de salud más serio y con frecuencia se asociaba con las enfermedades infecciosas comunes.



Enfermedades transmitidas por agua y alimentos


LA EDA principalmente infecciosa, constituye un importante problema de salud pública en el mundo, siendo una de las principales causas de morbimortalidad en la niñez, especialmente en los menores de 2 años. La enfermedad diarreica se encuentra asociada a la desnutrición y a otros problemas de salud como la infección respiratoria aguda.


Aunque hay un subregistro importante de casos, en la última década ha mejorado el registro de estos, observándose que no ha habido variaciones significativas en la morbilidad por diarrea, por la deficiencia en las condiciones socioeconómicas y sanitarias de la población, así como a la persistencia de hábitos y costumbres inadecuados.


La incidencia y prevalencia de diarrea en menores de 5 años son mayores en zonas rurales y urbano marginales de cada país con relación a las zonas urbanas, llegando a la prevalencia a 17,6% y 14,6% respectivamente. Asimismo la prevalencia es mayor en niños entre 6 y 23 meses cuando empiezan a recibir alimentación complementaria.


La incidencia acumulada de EDA fue predominante en menores de 1 año entre 1996 y 2000, pese a que se ha reducido ligeramente en los dos últimos años.


En el 2000 la prevalencia de EDA en niños menores de 5 años fue de 15,4% en comparación al 17,9% y 31,9% en 1992 y 1996, respectivamente. La prevalencia fue mayor en niños de 12 a 23 meses (25,5%) en el área rural y en la selva (25,0%).

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